“Estamos dando un paso a una perspectiva integradora e inclusiva de la universidad como sistema y a la extensión como su acción comprometida con los intereses de las comunidades y a las necesidades de este tiempo”, afirmó el secretario de Extensión Universitaria, Mg. Gustavo Ferreyra.
La nueva normativa llevó más de dos años de trabajo en el Consejo de Extensión, donde están representadas todas las unidades académicas, hubo encuentros presenciales, previos a la pandemia, con extensionistas en Roca, Cipolletti, Bariloche, Neuquén, Villa Regina, Viedma y San Antonio Oeste y talleres con especialistas como Daniel Maidana y Fabricio Oyarbide. También hubo un importante trabajo en las comisiones del Consejo Superior, donde se enriqueció la nueva ordenanza. “Desde una iniciativa de gestión se transformó en un proyecto colectivo horizontal, con participación multisectorial”, señaló Ferreyra.
La ordenanza que regía la actividad de Extensión en la Universidad Nacional del Comahue era de 1994, época en la que los teléfonos celulares pesaban casi un kilogramo, los correos electrónicos se enviaban y recibían de una única computadora ubicada en la biblioteca, internet era una red de uso militar y las redes sociales formaban parte del universo de la ciencia ficción.
“Necesitábamos de una norma superadora de una que quedó anclada en otro tiempo y otra Universidad. Esta Universidad y este tiempo requiere de una perspectiva sistémica que le dé su lugar a cada unidad académica, a cada extensionista y cada acción de extensión como parte significativa de la vida universitaria pero y más importante todas las fuerzas y sectores de la región”, afirmó Ferreyra, quien destacó además que “la normativa nueva es más amplia y también más profunda en ese sentido”.
La nueva ordenanza considera a los “Proyectos de Extensión como acciones que vinculan a la Universidad con la sociedad con objetivos orientados por áreas y temas específicos. Cada Proyecto de Extensión se constituye en un proceso de construcción social en particular e implica propuestas culturales, sociales, educativas y/o productivas tendientes a abordar objetivos operativos y el cumplimiento de metas de corto y mediano plazo. Tienen una duración mínima de un año, y un máximo de hasta tres años”.
También se institucionalizan los “Programas de Extensión como acciones orientadas por la interdisciplinaridad y/o transversalidad temática y territorial, diseñadas para horizontes temporales de mediano y largo plazo. Éstos abordan campos temáticos relacionados a las problemáticas de actualidad y/o emergentes más importantes de la región”.
Otra de las novedades es que los “Programas y Proyectos de Extensión tienen la obligatoriedad de contar con un codirector o codirectora, cuya función puede ser cubierta por algún representante de la contraparte, o de los destinatarios o destinatarias, o miembro de la comunidad de la Universidad Nacional del Comahue”.
También se institucionaliza la digitalización para la formulación, presentación y seguimiento de los proyectos de extensión. En el diseño y puesta en marcha de esta digitalización también trabajan hace casi dos años docentes y becarios de la Facultad de Informática y ya se está utilizando para la presentación de los proyectos de la convocatoria Universidad Pública en el Barrio, que en el primer cierre ya tiene 17 proyectos presentados.