La Diplomatura comenzó en marzo, luego de reformularla a formato virtual, lo que permitió la participación de estudiantes de Perú, Chile y de distintas regiones del país. Terminaron el cursado 36 alumnos, que presentaron 13 proyectos finales.
El profesor Marcelo Ruíz Díaz, responsable de esta iniciativa, afirmó que se cumplió el objetivo de “fomentar la inclusión en la natación en clubes, sindicatos y piletas municipales” y “aprendimos que es muy importante el otro y el otro nos completa”.
A partir de la experiencia desarrollada en este traumático 2020, está firme el proyecto de iniciar una segunda cohorte en el 2021 y la posibilidad de llevar adelante un convenio internacional para poder brindarla en Perú también el año que viene.
El secretario de Extensión Universitaria, Mg. Gustavo Ferreyra, en el cierre del Simposio, afirmó que “estamos en la primera etapa de ver los frutos de un trabajo colectivo, en asistir a los primeros volcados en papel, transformados en proyectos. Proyectos que denotan sociedades, que denotan recursos, que denotan grupos de destinatarios, pero también denotan existencia de infraestructura, existencia de una disciplina horaria, una metodología, que siempre es fundamental en cualquier proyecto”.
Destacó que también “para la Universidad ha sido un momento muy importante el de las diplomaturas en general porque somos testigos de que la realidad del mundo, de nuestro continente, de nuestro país, de nuestra región, la Patagonia, que es una de las regiones más grandes de la Argentina, porque nos ha permitido mostrarnos que podemos ser útiles más allá de la vida académica, de la investigación, porque la diplomatura, para las personas que tienen habilidades, una trayectoria, conocimientos en organizaciones de nuestra sociedad, puedan volcar ese conocimiento en proyectos de diplomaturas, que le sirvan a su vez a quienes necesitan de esas habilidades, esa validación”.
Ferreyra manifestó que “el objetivo siempre fue que el participante de la diplomatura, el que obtiene la certificación, tenga las habilidades que sean competencia de la diplomatura, pero también tenga el estímulo para seguir creciendo, no solo en su conocimiento sino en la organización con otros, con otras, en el reconocimiento de la sociedad a la que pertenece y en la legitimación de su actividad que construye, que aporta” y sostuvo que “los proyectos presentados son totalmente consistentes, al punto que si toman el testigo, la antorcha, y quisieran lograr un mayor nivel de organización y presentaran el proyecto a una Universidad, con una mayor indagación metodológica y teórica, podría convertirse en una tecnicatura en un determinado contexto, esa es la otra función de las diplomaturas que es determinar áreas de vacancias”.
“Hoy en un mundo que habla de la economía del cuidado, en donde se habla de cuidado no solamente en abstracto, sino del cuidado de nuestros niños, de nuestros ancianos, del cuidado de aquellos que tienen comorbilidades, del cuidado de la seguridad en el trabajo y son cosas que no están cubiertas, nos parece que es un momento de que quienes conducen estos procesos comiencen a soñar y a elaborar luego anteproyectos para presentar a casas de estudios y empiecen a formar parte de la discusión académica, eso ayuda a que el sistema científico-tecnológico público, que es el más importante de la Argentina crezca, y ayuda a que la sociedad argentina se beneficie”, reflexionó Ferreyra.